jueves, 25 de junio de 2009

VESTIMENTA COLONIAL


La sociedad colonial (siglo XVI al XVIII) estaba jerarquizada, aristocracia (Españoles), sector medio (Criollos), los aborígenes, grupos mestizos. La clase alta o Aristocracia, y la clase media eran los que tenían la mayor posibilidad de tener atuendos finos exportados de Europa.

SIGLO XVI


Las mujeres de la clase alta en la época colonial se vestían en el siglo XVI los trajes eran verdaderos monumentos. Los plumeros, las gorgueras, la chatarra y la pasamanería estaban a la orden del día.Hombres y mujeres rivalizaban en boato y espectacularidad y se entabló una lucha por la supremacía en el perifollo, que perdieron las mujeres al no poderse dejar - por lo general -, bigote y barba. Esto era vestir a la española lo que también llego a Chile claro q estos trajes maravilloso no eran para todas las clases sociales ya que la fabricación de estos eran de una alta importancia monetaria.
Las mujeres cubrían su cuerpo con una camisa sumamente adornada con encajes, con mangas amplias y voladas, sujeta por un corsé, que estrechaba la cintura. Sobre ella se colocaba el jubón, especie de chaleco, que llegaba con sus mangas hasta los codos, con amplio escote, y adherido al cuerpo, destacando sus líneas. Sobre éste se colocaba la cotona, de tela transparente, que unía la parte delantera y la trasera con cintas atadas.Todavía para ser más suntuosa la vestimenta, se colocaban collares de perlas, muchas veces con el símbolo de la cruz. Bajo la falda llevaban enaguas, a veces más de una o dos, con volados y puntillas en la parte inferior, que se apreciaban al levantarse la pollera o faldellín, sumamente adornada.La última prenda que se destacaba sobre la pollera, era el delantal, muy trabajado, generalmente en forma coincidente con los ornamentos de las mangas.Toda la parte inferior del atuendo era levantada por el miriñaque. Sobre la cabeza y los hombros lucían un manto o chal. El calzado era de tela muy fina, como sedas, con hebillas, y con detalles en hilos de oro o plata. Las medias eran de seda, y llegaban hasta encima de las rodillas. Para sostenerlas usaban porta ligas.Los cabellos con rizos, bucles y/o trenzas se ornamentaban con cintas, alfileres de plata, flores frescas y el peinetón, que sujetaba este elaborado peinado, que a su vez era sostenido por el manto.

SIGLO XVII




Como la gente se cansó de vestirse a la manera española, se volvió otra vez a la moda de Francia, que ahora sí es ya la moda de París.

Antes existían los sastres y las modistas, pero su labor sólo consistía en juntar trapos y ponerles mangas.En esta época se inventa el escaparate, con lo que se da otro gran paso en el progreso del vestido en general y del femenino en particular.En los escaparates se pueden poner los precios y así las mujeres pueden comprarse los vestidos con la seguridad de que sus amigas saben que son carísimo. Y así se llega a una de las más importante leyes que informan la filosofía del vestido: a mayor precio más elegancia. Como consecuencia de esta ley, las mujeres ya sólo se visten con los trapos hechos por personas especializadas, aunque, avanzados los años, para pescar novio se diga que "La niña sabe hacérselo todo".

Lo más señalado de la moda femenina de este tiempo es la desaparición de las gorgeras y cuellos de encaje, para dejar descubierto el escote, cuya reaparición definitiva, tras los balbuceos renacentistas, fue acogida con júbilo después de su largo ostracismo. La tela que se quita por arriba, así como los encajes que la guarnecían, se pegó a la falda y a las mangas, para que los maridos no encontraran demasiada diferencia a la hora de pagar la nueva moda.Pero en general los vestidos femeninos no tenían nada de particular.Está muy de moda el traje tipo mesa camilla, que perdurará durante todo el siglo siguiente, y, algunas veces, la sencillez intenta aparecer, aunque no están los tiempos maduros para ella.

SIGLO XVIII


Es el siglo de la Enciclopedia y consecuente con ésta, los peinados adquieren una monumentalidad extraordinaria, verdaderas enciclopedias, en los que se puede estudiar todo.
"El peinado, que según la costumbre de poner nombre a todo se llamaba Mariposa Estimulante, consistía en una torre de metro y medio en la que podía admirarse una fragata con el celamen desplegado, una jaula con dos loros de Jamaica, el busto en escayola policromada de un abuelo de su madre, siete miniaturas en esmalte con marcos de caoba, veinticinco colgantes de plata y doscientos lazos; todo ello sostenido por una armazón de alambres y cañas disimulado con encajes, que cubría los cabellos de la dama, a los que no les había dado el aire ni el agua ni el peine desde el día de la boda, cinco años atrás"
Además de los peinados también los vestidos tenían su complicación. Seguía preponderante la moda del vestido mesa camilla, complicado con faldas superpuestas en forma de cortinajes, adornos de lazos y flores, guirnaldas de verdes hojas y plumas y cintajos.


La camisa, guarnecida de lazos, cubría una falda estrecha. Sobre aquella se colocaba el corsé de flejes de acero. Y las siete enaguas, a cual mas vistosa. Y el corpiño puntiagudo. Y la primera falda, de discreto bordado y sólida estructura de aros de hierro. Y, por último, el gran mirñaque, de tres metros de diámetro y varios kilos de galones, lazos, pasamanerías, volante, festones y trencillas. Todo estos sobre damascos de tonos diversos y que las sensibles modistas bautizaran con nombres tan interesantes como "verde cogote de petimetre envenenado", "negro tafetán tapaojo de pirata del Caribe".
Como complemento de tan sencillo vestido solían ponerse además algunos lunares, discretamente esparcidos por lo que los trapos y los abalorios dejaban ver.
En los últimos años de este siglo de sencillas costumbres, en vísperas de la Revolución Francesa, aparece el estilo Rococó, caracterizado por tapar todas las cosas con hojas, racimos y volutas de distintas especies.
Esto influye en los peinados, cuyas antiguas arquitecturas se sustituyen por una especie de arbustos que dan a las cabezas femeninas unas gracias aspecto de tiesto de flores. Las faldas tienden también a disminuir su diámetro.

VESTIMENTA MASCULINA


Los hombres también adoptaron la moda europea, a veces usando colores que mostraban su filiación política. De todos modos, aunque recargada, las prendas masculinas permitían mayor posibilidad de movimientos, ya que debían caminar y montar a caballo, por lo cual los pantalones eran generalmente anchos y el calzado eran botas. La ropa masculina propia de la usanza europea, se reservaba para grandes ocasiones: casaca y chaleco, calzón corto, medias de seda, ligas de lujo, zapatos con hebillas, bastón y espadines el campo, la indumentaria era mucho más sencilla, tanto el estanciero como sus peones usaban camisas, sobre las cuales colocaban un poncho para resguardarse del frío. Sus pantalones eran anchos, llamados calzones, y usaban botas de potro.

En las reuniones sociales las mujeres se dedicaban a jugar a la lotería, a las prendas y al tonto (juego de naipes), mientras que los hombres jugaban ajedrez y damas. Las familias, sin embargo, siguieron siendo muy numerosas, y los matrimonios eran acordados.
Los encuentros en la calle eran muy bien vistos, ya que después de la siesta -cinco de la tarde- las tiendas se abrían y aparecían los paseantes por el puente de los tajamares en Santiago, quienes habitualmente conversaban sobre la guerra contra Inglaterra, noticias de España o los sucesos más importantes que ocurrían en la ciudad.
Más tarde, estas mismas conversaciones pasarían a convertirse en importantes tertulias en la casa de algún criollo acomodado.